MEDIO SIGLO EN BLANCO

  El "white album", "el blanco", "el white", o simplemente el disco conocido como "The Beatles", cumplirá a finales de éste mismo 2018 el medio siglo de vida. Por supuesto se adivinan homenajes y recordatorios de todo tipo a colación, ni qué decir. Y qué menos. Porque ya no solo es el encontrarnos ante uno de los dobles de estudio más recordados de la historia del Rock (desde dicha premisa del top 5, mínimo, no lo suele bajar ni el tato), es que, muy probablemente, estemos ante lo más parecido al vademecum definitivo de pop-rock jamás editado en el transcurrir de la mentada historia. Toda ella. 



El "white album" es, por lo ya explicado y lo indecible de más, el elepé al que ya hace mucho que servidor se refiere, de forma pueril y prosaica si se quiere (pero es lo que hay), como "la huerta". Directamente. El que más veces intuyes "revivir" en trabajos ajenos de muchas y muy variopintas gentes. Y llamémoslo homenaje, inspiración, recreación o -incluso- puro expolio, pero al fin, cuan imposible resulta hacer glosario (siquiera cercano o a mera vuelapluma) de discos que, en mayor o menor grado,  "contienen trazas de", al respective. 

El "white album", además, es ya también una "obviedad" en si mismo. Hacer exégesis hoy día de como se fraguó, de la motivación de las distintas partes del cancionero, de la relación entre sus creadores, y lo que se quiera de más, trasciende el mero tópico para alcanzar la perogrullada en el primer asalto y por aplastante (y sonrojante) K.O. técnico. Que lo haga otro... Qué sí, vale, que si la hermana de Mia, que si de aquí agarra el insufrible Bono su cacareada versión (cuyo original para mi destroza con su acostumbrado e innegociable mesianismo), que si la perra de Macca, que si lo de aquella banda mallorquina que saca de aquí el nombre, o (ya puestos) hasta que la hija de quien suscribe lleva -en parte- su nombre por una de sus canciones... y la madre que los parió a todos (y todo) de más... Imposible etcétera. 


Sin embargo (y con ello fracaso sin problema en mis ínfulas de hacer una anáfora a texto completo), hay dos puntos que me generan especial interés hoy por hoy, desde ese sindiós que es el mundillo de las relecturas a posteriori... El primero sería la enésima constatación, con este legendario trabajo, de aquello que el genial Billy Wilder (desconozco si de forma original o por apropiación) explicaba cuando le inquerían sobre su persistente necesidad de trabajar siempre con otro guionista: "para que algo funcione de verdad necesitas una oposición, algo que trabaje a la contra... si tienes a otro tipo tirando de la cuerda en sentido contrario al tuyo se genera una tensión y esa tensión es primordial, de no existir sólo tienes a dos imbéciles aguantando una cuerda". Ni más ni lo otro. De todo aquel "infierno" que supusieron las ya míticas sesiones de grabación del álbum nos ocupa (y sea ello exagerado o no, que nos da lo mismo para el caso), se creó un núcleo de bilis, urgencia y furia que, al chocar de cara contra la creatividad desmedida de los músicos que tratamos, acabó por cristalizar en el disco más inabarcable y variado -por puros y duros contenidos- que existe. O que existe a esos niveles dentro de la singladura rockera, para matizar del todo. Lo que nos lleva a ese segundo punto, dentro de éste ejercicio de hermenéutica garrafera que pretendo plasmar:  su "humanizadora" e impagable imperfección. Que lejos de restar consigue multiplicar el tema hasta prácticamente lo inalcanzable (de no hacerlo plenamente). Desde la mayor solemnidad a lo más verbenero, desde la arenga social a los cerditos, de la "punkarrización" del blues al mayor minimalismo acústico... Se abren tantas ventanas y de golpe en la historia con el puto "white"... Y qué poco le importa sacrificar la tan manida y generalmente ansiada por todos "cohesión", y con qué facilidad y naturalidad enarbola su incontenible libertad desde ese laberinto, único y jamás plenamente conseguido de nuevo,  del que va a "picotear" dios y la madre en todos los años venideros... Y hasta hoy. Nunca cabe despreciar pues la ira, hay quien dirá "odio" para el caso, en un proceso creativo (y más cuando hay gente que cumple con lo de "ser como hermanos", de no serlo directamente, en liza -ya lo del talento concreto aquí dispuesto se lo ahorro-). A veces, sencillamente y supongo, cuanta más mierda abonando más bonita sale la flor que podría ser otra manera de resumir lo que aquí se logró.  


El "white album" no será, a lo mejor y para finalizar, el disco más importante e influyente de la historia del Rock de forma completamente asertiva e indebatible, de acuerdo. Cómo afirmar  tal cosa sin el menor atisbo de duda, y ni que sea por un mínimo respeto y conociminento del medio... pero joder si está en la "pomada final". De cabeza, en negrita y doble subrayado a fuente triple.  Y ello, en si mismo, es una burrada de imposible valorar jamás en justas medidas. No es "un clásico" sin más, no. Es algo "totémico" sobre lo que dar vueltas con taparrabos, a modo única indumentaria, en la ladera y todas las noches de luna llena. Porque, en su gloriosa y desafectada imperfección,  es un trabajo excelente...

... y siempre lo será. Y felicidades, claro qué sí, pero al final (que qué más da cincuenta, que cuatro o quinientas al fin) sobretodo gracias. Una y mil veces más.