The Bevis Frond es, claramente, una de las formaciones más infravaloradas de cualquier tiempo en esto del rock que pueda mentar servidor de uds. Desde la mayor de las humildades y tal pero, según lo entiendo, de forma más que rotunda. Vehículo, más y antes que cualquier otra consideración, para el talento del sensacional músico Nick Saloman, con sus prácticamente tres décadas de singladura y su colección de discazos a atesorar/considerar muy seriamente, es uno de esos extraños casos de tiempo y lugar "equivocados" que llenan de incontables asteriscos aquello que se viene a considerar "la carrera homologada/aceptada del medio".
Agarremos al bicho por donde podamos y, dejándonos de parihuelas, la razón principal es, siempre a la postre, que Nick es british de nacimiento... Y suena más yanqui que el 4 de julio con las gargaras de Tom Sawyer de fondo. Su sonido le/s emplaza más a cosas como Dinosaur Jr, Replacements, Mudhoney o los Rem ochenteros más combativos, que no a lo que se estilaba en las islands en aquellos 80's que le/s vieron nacer y, por supuesto, ya absolutamente nada con el revoltillo aquel de la "british invasion sesentera de hacendado" del brit-90's que tanto medró en su momento (y a pesar del obvio fogueo imperante en la munición empleada... que los medios, ya se sabe, si). De verdad que, aunque cuando le da por "folklorear" se le nota -ahí si- la denominación de origen en algunas ocasiones, Saloman es más Mascis o Mould que no Morrissey (que soy bastante de los Smiths, pero es lo que hay) o cualquiera de sus bandas favoritas de pop inglés noventero... Todo ello, y menos prosas, toma forma y cuerpo al acercarse ni que sea de lejos a este disco de hoy, "Tritych" (1988), que es amén de una maravilla, un compendio de formas y posibilidades que funciona fetén a modo muestrario del combo/músico.
Cojamos ya de base su sexteto inicial, primer tercio, de disco... Un vaciarse de eléctrica a lo "mini-maggot brain" para el tema de arranque; un breve intermedio de pocos segundos para descongestionar (con lo que parece un niño jugando con su primera batería de feber); un trallazo imparable ("Lights are changing") que deja atados a los Jayhawks más eléctricos en el jardín de Mellencamp; vibrante y cojonudo noise garagero de manual y dejes blueseros para seguir (muy stoogie ello, oigan); otro intermedio con órgano de fondo y batería incesante que parece un pasaje de alguna obra del maestro Wyatt; y, finalmente, un temazo power-popero más bonito que el puñetero sol (la madre que lo parió !). Desde ahí los patrones se repiten a sus anchas durante la docena de temas restantes, nutriendo de detalles incontables y hasta el fin para flipamiento y solaz general de todos... Desde la guitarra que mece "Hurt goes on", la visita a Richard Thompson en "Corinthian", el desfase de "Nowhere fast" (que es puro Wayne Kramer), el peaje "youngero" en "Time to change" que no falte, o la invencible "You got to unwind" que despide por lo alto el folletín... Elijan sus favoritas (en resumen -hasta tienen una pedazo suite prog de 20' por ahí en medio, si gustan-) que, se lo aseguro, irán cambiando de día en día. A modo broche, y de ser necesario, descubran o den más pábulo al Rey Saloman empezando ayer. Es bueno para el alma y/o, de verdad que se lo digo, puede les sorprenda quedándose con uds más tiempo del que quizá puedan sospechar... Mucho más, en verdad.

