THE PSYCHEDELIC FURS - "Talk Talk Talk" (1981)

 Un 5 de junio como el de ayer pero de hace catorce años nos dejaba el insustituible Dee Dee Ramone, el bajista punk-rockero por antonomasias de aquí al último infinito. Pero, hoy y para la ocasión, la efeméride a destacar en la cochambra va  a ser otra. Por ser el efecto motivador del texto, no tiene más. Y es que, en un día como el apuntado pero de hace seis décadas, nació Richard Butler. Principal compositor y cantante de aquellos Psychedelic Furs que tanto animaron (y dignificaron) las listitas de singles ochenteras para desaparecer al girar la esquina de la siguiente década con una última en referencia en estudio con bien poca repercusión y que, -y paradójicamente al humilde entender propio-, era una especie de regreso a sus dos primeros (y mejores) álbumes y cerraba, definitivamente, una singladura siempre presta a reivindicarse y ser recordada. Y ser recordada más allá de aprecios y querencias de aquellos que los vivieron en primera persona por "tema generacional". Ojo con eso. Que bandas como "los pelajes psicodélicos" tampoco crecen en los geranios del balcón.



El disco de toma de contacto, por las partes que me tocan, fue aquel "Midnight to midnight" que mi hermano mayor dejó entrar en casa en algún momento de a mediados del segundo lustro ochentero... Buenos tiempos de líricas británicas. Pues en verdad les aseguro, ya puestos y sin la menor pacatería medie, que el cacareado hasta el aburrimiento y para algunos, como quien suscribe, innecesario brit-90's de las narices es una broma... un insulto, al compararse con bandas y músicas que ofertaron en la misma zona horaria los, muy gratuitamente a la ligera a veces, denostados eighties... Pongan en un platillo de la balanza las cabezas visibles de ese brit-pop de wonderwalls y boys&girls (etc) y en el otro a los Smiths, Echo & The Bunnymen, Waterboys, The Cure, Dexy's Midnight Runners, XTC, Pogues, Jesus & Mary Chain o los nunca jamás bastante reivindicados Chameleons, considerable etcétera (sin contar, de ninguna manera, a los "yutú" que me dan como un mucho de asco desde cualquiera de sus etapas)... con el jocoso final feliz de que el famoso estreno de los Stone Roses es del 89 (9 años después que el "Closer" de los DIvision -sigamos sumando-), y rematando con que Jarvis Cocker, el más versado y versátil de los que triunfaron en los 90 sale de ese otro tiempo... donde se la comió, mayormente, doblada (lógico, si...  -este superhéroe del brit-noventero era el primo tonto el pueblo en los ochenta... y a pesar de su juventud por entonces que podría servir de excusa, es de justicia señalarlo, déjenme recrear en ello por favor-). Ah, mira (o lee para el caso), y recontrarremato el tema con que aquello más plausible de lo que nos vino de las islands desde el decenio expolímpico y en adelante son cosas que o no tienen nada que ver con brit-pops (PJ Harvey, o los propios Teenage Fanclub si nos ponemos faldones a cuadros) o, ya directamente, reniegan de ello con toda la agriedad y veneno posible (Auteurs). Fin del tema y sigamos con nuestros protas de hoy.


Los Furs tienen un inicio brutal. Tremendos discos, de verdad de la mejor, tanto el homónimo como éste "Talk...". Tras ello, merced a las producciones-tipo de la época y una menor oscuridad melódica en sus canciones, ganan en popularidad pero (irremediable) pierden en, póngamos, "elemento diferencial"... Nunca sin perder el norte del todo, tampoco cabe ser tan cafre (en esto, no), ya que el registro y maneras de Butler siempre están ahí en las últimas, si. Pero es lo que hubo/hay y aún siendo el primero en reconocer que un disco realmente malo estos, de verdad nuevamente, no lo tienen (y recordemos siempre lo de las "percepciones propias" de ser menester, obvio ello). Dicho registro, el de Butler como cantante, es la victoria asegurada para aquellos no bajaremos nunca del pedestal la canallería entrañable del gran Mike Scott o aplaudimos sin reservas la manera, tragicómica en efecto, de angular las palabras de Kevin Weatherill en sus Immaculate Fools... El sonido además, o al menos el más habitual en sus mejores momentos (el hoy más recordado y plausible, de preferirse), lograba un híbrido magnífico entre la profundidad pseudogótica de los Echo en su armazón y la inercia melódica natural de la banda de Mars y Morrisey que, muy poco después, arrasaría con todo a su paso. También, por cierto y por si alguien -por alguna razón- nunca les ha dado jamás pábulo todavía, debieran agradar sin muchas reservas a los celestiales aussies de la Church, donde (al menos en esos dos primeros trabajos) se pueden congregar juntos sin demasiado problema... 

"Talk talk talk", finalmente y de una vez ya, sería muy posiblemente su disco más accesible de primeras, lo mismo que un "best of" potencial ya de forma intrínseca. No se asuste nadie (no, no, que no abandonen todavía la sala los más beligerantes fans de Bauhaus y The Fall, o los más eruditos/sibaritas de Swell Maps y Half Japanese... que no media nada malo aquí). Recuerdo haber tratado el tema alguna vez con el Cosmic Master, Johnny (al que considero la eminencia en este tipo de ruedos que vengo a destacar de forma más conspicua en el texto), y creo que no consideraba malo para nada este disco pero que, en cualquier caso, prefería algún otro de la formación... No se lo reprocho (y escribo de memoria, recuerdo, que lo mismo aparece ahora y me contradice o algo). El estaba ahí, claro. Y por muchas redes, documentos on screen, wikipedias y pollas mil medien hoy día, el "vivirlo de primeras" siempre da una perspectiva más fundada en la últimas y al que conviene prestar especial atención en contrapunto al, por otro lado, mero recalentamiento al microondas, y aún por mucho cariño se le eche al tema. Si no ando errado con todo ello, pues, me reafirmo en que no puedo estar  de acuerdo (bendita discordancia libre del menor de los problemas, dígase todo)... "Talk talk talk" y el estreno son sus mejores discos (si) pero, en las ultimas, prefiero a los puntos el de cabecera de hoy por, básicamente, tener algunos de los himnos de la formación sin perder en absoluto el espíritu e inercia del anterior en sonido-tipo y planteamiento de premisa base. Así, empezando la A side, "Dumb Waiters" es el libreto,  el faro-guía que resume en 5' la que se nos viene encima: guitarras saturadas, la carismática voz por encima de todo, ritmos continuos, secciones de viento a traición y una densidad y profundidad de campo/sonido a tomarse muy en serio... Esto parece y va a ser cosa fina, si. Tras dicha intención de estilo,  "Pretty in pink", ya a modo apertura indefendible de viejo maestro ruso, es un puro cañón de tema. Seguramente su single/hit más famoso para muchas gentes. Declamar a lo Weatherill (de hecho. coño, ¿seguro que no son la misma persona con alter egos secretos de por medio o algo?), el viraje con frenada para el emblemático estribillo... Un merecido y memorable hitazo de platino ley, vaya y sin más. Hasta el punto que, ojo con eso, puede opacar el brillo de todo lo que seguirá y le envuelve. Y no debiera. Nada, o poco menos, más lejos. De hecho, ya en la trotona "I wanna sleep with you" pisan un algo más aceleradores, no se nos venga abajo la verbena, y (al tanto) esa entrada de saxo... joder. Discarral tenemos aquí, oigan. Para "No tears" bajan celeridad para que luzca como procede el magnífico relatar de un Butler que parece querer calzar ahí los zapatos de un improbable Reed "inglesado" que acude (sin prisas) a una cita con su colega David para el estribillo y la parte instrumental con vientos y demás... "Mr. Jones", de seguidilla, nos trae su variedad más apunkarrada pero con unos matices "noiseros" que se alejan de las andanadas típicas del subgénero y que nos hacen pensar (o algunos nos puede pasar) que si con parte de lo anterior -y lo posterior también- se anticipan a los Immaculate, aquí hacen lo propio con esos Reid que todavía tardarían casi un lustro en presentarnos su majestuoso "psycodulce". 

Y entonces le damos la vuelta al asunto y... "Into you like a train" (vale, de acuerdo, entre eso y la de "I wanna..." de antes está claro que por entonces Richard no era el colmo la sutileza al titular canciones... pero, caray, qué canciones -que es lo que importa en definitiva-). Y, no, de verdad qué no... No son los Cult del "Love". El ritmo sin contemplaciones, nuevamente, transmite como bastante putámicamente  y por cierto el transporte que se apunta para éste, otro de sus temas más celebrados. En "It goes on" no aflojan y cuadran una de mis elegidas con esta recreación  de la pretty de rosa, más rápida y con nueva decelaración, más certeros vientos para el chorus y sin olvidar el bajo al galope y guitarra de relevo en el intermedio... Y, aquí llegados, hacemos palpable de una vez lo evidente, porque el trabajo al saxo de Duncan Kilburn en este disco es como para hacerse daño aplaudiendo y, en cierta medida, genera parte importante de ese "elemento diferencial" para con el álbum (y por entonces formación) que antes señalaba. "So run down" sigue con lo mismo sin cuidado a valer. Más maraña eléctrica donde, para la ocasión, conviene estar especialmente avispado con un empalme (a todos los niveles) en las guitarras, y a considerar muy seriamente, cuando se sobreponen al bajo revoloteador, justo antes de la reentré de Butler... La propia inercia del tema le hace llegar a meta fetén y para adentrarnos ya en esa "All of this & nothing" que parece sacada de los "Scary monsters" del (aún llorándose) duque-maestro en sus lands. Más reposada, que no exenta de vigor, es uno de esos regalos inesperados y siempre bienvenidos para los que gustamos (y mucho) de voces/entonaciones como las de nuestro ayer cumpleañero, ya sesentón y -en las últimas y las primeras- máximo protagonista de entrada (que hasta el par de  discos de su etapa noventera al frente de los fugaces Love Spit Love es algo de donde rascar... y no poco, a pesar de su condición espuria desde la banda madre). Y qué bonita, ya al fin y cierre, ésta "She is mine" que nos acuna en "despedida mode". Dejándonos el buche lleno y el ánimo nutrido con uno de esos discos que, hoy, siete lustros después sigue teniendo tantos misterios escondidos como brillantes cimas. Y, que me parece lo mejor a mi, sin poderse decidir uno del todo si prefiere lo uno o lo otro para caer, finalmente, en la cuenta del: "qué burro soy, caray... no tengo porque elegir si lo tengo todo"... Discazo no, un "classic album" con pompas y trompetas (aunque mejor saxos) por doquier. 



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