ELVIS COSTELLO & THE IMPOSTERS - "The boy named If" (2022)

No me auspiciaba nada especialmente positivo el tema del nuevo Costello. De hecho, y en palabras del gran Manolito, me temía un: "Vaya, por aquí hay algo que huele a oferta de la semana que viene"... Para encontrar su último disco de estudio "digno" se tenía que viajar a aquel "National Ransom" del 2010 (y para el último realmente bueno un par de años más atrás todavía). Además, su último decenio de carrera de estudio es algo que servidor se atrevería a catalogar de "abismo", sin problema asome y directamente: el disco en comándita con The Roots es lo peor que lleve su nombre en la portada jamás editado; "Look now" es un disco de boleros a lo Dyango pero peor producido; y, finalmente, lo del Clockface es para no acercarse ni con un palo (auna la parte rijosa del anterior con unas composiciones impropias y que son un poco, desde la perspectiva del fan y tal, como para cagarse un mucho en la puta). Se repite también una portada más fea que una cabeza de ajos y, para la ocasión, se añade un título que descoloca más que otra cosa. En resumen, que por apriorismos varios y llegada la hora de enfrentarme al fin a este "The boy named if", uno ya se temía lo peor y, claudiquemos del todo, que lo último que Declan tenía para ofrecer ya al mundo con verdadera enjundia iba a ser su autobiografía del 2015... Pues mira: mistake. No brilliant, no perdamos el suelo de vista tampoco, pero mistake al fin. Será por que los Imposters se han cansado de tanta melindrada, porque el MacManus se ha peleado con el perro del vecino o bien porque alguien le ha hecho caer en la cuenta que otro disco con las percusiones del clockface podía devenir en plaga del antiguo Egipto pero, finalmente, el caso es que Elvis Costello firma, muy claramente además, su mejor trabajo desde aquel "Momofuku" del 2008... Al que no se acerca, con la nueva remesa, ni tirando de hipnotista por otro lado y que, a fin de cuentas, lo que se dice "difícil" tampoco es que lo tuviera en exceso, seamos honestos. Vasos llenos o vacíos, según se quiera entender o asimilar la cosa, en definitiva.

A fin de agilizar y yendo a por faena con "The boy named if" hay tres, de sus trece temas, que despejo de salida sin pesar ni vergüenza medie: "Penelope Halfpenny" (peneeelopiiii peneeelopiii... no jodamos, hombre), "Mistook me for a friend" ("yeh yeh yeh, mistook me for a friend"... qué mierda de rima y manera de cargarse una canción, no todo vale ni todo se puede barrer bajo los teclados de Mr. Nieve) y, por último, "Paint the red rose blue" (ya vaaale the "shes", no mas Dyango por favor, ya lo pido como un favor personal... Qué eres el king of america, por el amor de todo). Y, ahora ya sí, a disfrutar (al fin, bendita la hora) de un buen nuevo disco de Elvis Costello. Y eso que el puñetero,-no te pienses que se me escapa la cosa, Maestro-, sigue abusando a veces de chimes/ruiditos y sobreproducciones tirando a forzadas... Pasa que aquí las composiciones tienen (por lo general) más sangre e intención y, por hacerlo fácil, son muy superiores que en sus dos discos precedentes. Tomemos por caso "My most beautiful mistake" la canción que, para servidor, pasa el filtro de manera más apurada, la que más justea (o la más floja de las buenas, si prefieren)... Tras atender a lo bien que suena melódicamente en la estrofa, en la parte "limpia", ¿tan loco es cuestionar que tanto emperifollamiento instrumental posterior es algo que la canción realmente necesite?. Además lo mejor de la misma es justo cuando se acaba todo el crescendo verbenero y retomamos la tranquilidad al recordarnos el bardo el título... Es para pensárselo un poco al menos. O en "The man you love to hate" (que es mejor y esto va de subida ya), que ya está, ya lo tenéis... La pianola de cantina, el puente sin tacha y  el estribillo para corear en comándita jarra en ristre,... No hace falta salirse de una producción clásica ni añadir más aquí. Buena canción, pero que sería aún mejor en "Spike" (por la producción que hubiera tenido, acertaron que estaba fácil). En cualquier caso no llevamos la mitad de las canciones y, con o sin manías personales para con algunas elecciones desde la mesa de mezclas (cosa muy subjetiva a la postre, faltaría), para las ocho que faltan se tercia un cambio párrafo. Que se lo merecen y, en efecto, vamos ya a por lo magro.

Y es que un monstruo, de los más gordos de verdad y como el que hoy nos ocupa, nos regrese con un disco cuyas 2/3 partes (aprox.) sea algo a tomarse bastante en serio no es algo que se preste a relativizar, NI, por supuesto, a algo que deba ventilarse de un plumazo como la novedad de la semana (o del día, sino de la hora) y a otra cosa. Esto ya lo afirmo no como fan convencido de que estamos ante el músico pop-rock más genial que hubo en el planeta durante sus primera década de carrera (que lo fue), lo afirmo sin reservas como amante del medio. Así en general. De salida "Farewell, Ok" y "Magnificient hurt", bien rockeras suyas del nuevo milenio ambas, resultan irresistibles. Más Dr. Feelgood la primera, más de lo que -todavía- añoramos de su "The delivery man" la segunda, pero irreprochables las dos. Esto sí qué sí, Elvis. Por su parte "What if i can't give you anything but love?" resulta una de las grandes vencedoras por erosión del nuevo lote. Su coro soular de quita y pon, ese alargar el estribillo, lo que le permite adornarse al granuja la melodía de base o esos arreglos de eléctrica para reforzar expresividad... Muy bien. Tenemos también esta "The death of magic thinking" que no debiera quedar eclipsada del todo, habida cuenta del par de despedida que aún nos aguardan. Percusiones de la jungla, acelerón porqué sí a modo estribillo y la constatación, en definitiva, que todavía le queda veneno a esta serpiente para encapsular en una magnífica canción pop de 2-3 minutos. Tocando podio nos topamos con la hómonima "The boy named If". Secuestrada en el tiempo del mismísimo "Imperial beedrom" y aquí nos ponemos ya en modo club del gourmet. Esto es lo que debiera ser: Nieve cambiando teclados de diversa índole, base rockera desembocando en pop melódico de todos los quilates (irresistible brigde mediante)... No sólo enorme por la nostalgia que despierta. Tremenda sin más. Igual que, cambiando del todo el registro, la "Mr.Crescent" que despide el álbum. Melodía del "King of America" y aplausos en las gradas para una de las más bonitas canciones que haya compuesto el genial gafotas en el nuevo milenio. Imparable también "The difference", vuelta al dormitorio imperial pero en esta ocasión con guiño a la modelo del año y producción a lo "Momofuku" para la que, para servidor al menos, es el gran momento pop-rockero del nuevo disco. Esta es en verdad la que, creo, más logrará esbozar una sonrisa en la jeta del deep fan. No le alcanza con todo, eso sí, para quitarle la medalla más codiciada, en las cuentas personales, a "Trick out the truth". Suerte de "beyond the sea" costellero que hace las delicias para todos lo que les rezamos a las "Juliette letters" antes de acostarnos y que huele a "clásico inmediato" (y con lo que odia servidor dicho aforismo) por todos lados. Si se pone en este plan ya es un poco -lo sigue siendo, vaya- como jugar contra los Globbetrotters, si ("vete al cuerno, hombre, esto es un abuso"). En resumen: tenemos a un Costello de vuelta con un disco gama media suyo ("Spike", "Mighty like a rose", "All this useless beauty", "When i was cruel") que, sin llegar a ser el haz de luz que promete el feliz y final regreso a Avalon, sí nos vuelve a vencer y convencer como de tamaña institucion de la rockera historia debe esperarse y exigirse. Que siga por aquí, claro. Y si es con producciones más austeras todavía mejor.  

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