TRAFFIC - "Traffic" (1968)

No hay miedo ni dolor. Lo mejor de enfrentarse, así sin anestesia ni nada, a uno de los mayores exponentes de una disciplina creativa cualesquiera mediante unas cuantas palabras, vertidas de paso y como quien la cosa no quiere, en un texto de un blog (y así sea el blog de Plutarco) es algo, por naturaleza, avezado a lo somero, sino a lo simple y llanamente cutre. Directamente. Y con algo tan altamente consensuado como lo que hoy nos ocupa más aún. Por eso mismo es "lo mejor" en realidad, por lo fácil; se abraza sin reservas la derrota desde el mismo arranque y ello nos permite centrarnos en eso tan lúdico y ameno del divagar, cual pollo sin cabeza, para terminar siempre en una única solución posible a los mil y un silogismos inventados nos saquemos del coleto: "esto es legendario y de puta madre y lo será siempre y al que no le guste que se busque otra afición, por gilip..."... Bueno, me he venido algo arriba (se reconoce que hay que ser un auténtico cretino para manifestarse de forma tan pomposa y tajante, amén de chabacana) pero algo en esa línea, vaya. Que cada quien le ponga el maquillaje a base de compilar datos de donde quiera o pueda y, por supuesto, con la colección de polisílabos del diccionario de sinónimos que prefiera mediante... Al final, no importa demasiado, se acabará en lo mismo una vez y otra más allá del menor atisbo de duda. 

Tras magistral primer párrafo de pura "nada", centremos ya el tema... Coño, el segundo de Traffic. Pero, a ver, este disco es legendario y de puta madre y lo será siempre; al que no le guste está en su derecho y seguro que es un ser humano maravilloso con un compendio de virtudes a considerar. Aclarado ello, "Traffic" (el disco) es un trabajo tan potente, y adelantado a tantas cosas dentro de la historia rockera, que su gestación solo puede explicarse como "accidental". Es algo que pasa, no se puede planear algo así. E incluso atendiendo a que con Traffic (la banda) estamos cara a cara con una formación histórica y que operó siempre a un nivel altísimo durante su algo menos de un decenio de carrera. Escuchen ahora su tercer álbum, "Last exit" de 1969... ¿Ya?. Vale, ¿nada mal verdad?. Pues eso son las sobras de "Traffic" (de nuevo el disco), más algún que otro birlibirloque de la discográfica para alcanzar el minutaje mínimo para su edición (que Winwood había disuelto -momentáneamente- la banda por aquellos días). La continuación del también obligatorio estreno "Mr. Fantasy" y el último con el genial e irrepetible line-up inicial compuesto por Winwood, Mason, Capaldi y Wood. Un trabajo en la encrucijada de tantas y tan distintas cosas a la vez que hasta cuesta de asimilar. Aún hoy. Se asemejan a The Band ("you can all join in"/"don't be sad"), pero también hay virajes psicodélicos a lo power trio bluesero de la época ("Pearly queen"), tenemos soul por un tubo ("who knows what tomorrow may bring"/"means to end"), se pasean por el bosque con la flauta a lo Tull antes que ellos -o de "Bourée", si prefieren- ("vagabond virgin"/"40000 headmen"), desarrollan pasajes muy calmos prestos a estallar antes que Zep ("cryin' to be heard") y aún les queda tiempo para inventarse a Supertramp con enorme antelación ("no time to live")  o meterlo prácticamente todo junto en una sola canción ("feelin' alright ?"). Y todo ello con el añadido de ser presto al matiz todas las veces que se quiera. Ya que géneros y modismos se enredan y entremezclan varias veces en no pocas de las piezas que componen el álbum.

Tras este disco se marcharía Dave Mason, quien por lo visto consideraba a la banda algo así como Dave Mason & Traffic y ya nada sería exactamente igual (y aunque volviera esporádicamente para el tremendo live album del 71 "Welcome to canteen"). A Traffic aún le quedaban al menos otro par de masterpieces (y otros dos trabajos realmente buenos, puestos a completar), si, pero esa energía tan concreta que sólo se logra al enfrentar dos fuerzas contrarias para alcanzar un mismo fin ya jamás regresaría. Y media comprensión. No es una historia de buenos y malos esto al fin. Y tampoco se puede esperar que imberbes rockeros de 20-22 años tengan la clarividencia de un Billy Wilder, quien con la excusa de la barrera idiomática se negó siempre a escribir los guiones de sus films en solitario pues se percató que esa fuerza contraria, bien asumida y utilizada, le permitía alcanzar esa energía tan especial que les refería.En cualquier caso, Winwood se quedó como amo absoluto del corral (que no deja de ser lógico, al toparnos aquí con la diferencia entre lo muy bueno y lo muy bueno y algo más) y el disco "Traffic" ha pasado a la historia del medio como una de esas cosas que nadie puede saltarse jamás del todo por mucho lo intente. ¿Ven?, y ya no hace falta más. Es lo que tienen los "must be" esos cuando además son incuestionables, como lo que hoy tocaba... Tras todo lo vertido sólo me queda añadir que, si hay oportunidad y ganas, lo mismo les comento algo algún día sobre mi disco favorito de Traffic, al que todavía le quedaban tres añitos por llegar, partiendo de este homónimo de leyenda cuya modesta referencia desde este humilde espacio termina ahora mismo. 

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