BLIND MELON - "Soup" (1995)

 Para resumir lo que opino de la música de la formación que hoy nos ocupa, de tan fugaz como proteica singladura, me limito de primeras a compartir lo que escribia recientemente en alguna red social: 

"Aún adorando a los Robinson y Tweedy y cia lo indecible, siempre que escucho cantar a Hoon pienso que estos hubieran sido claramente la mejor banda de "rock yanqui" con la gorra desde que salieron y al menos hasta hoy... ". 

Tal cual. Por ende, hoy y aprovechando que en un mes se cumplen veintisiete años del lanzamiento del segundo y último disco con Hoon al frente de los Blind Melon ("Nico" es un apreciable compendio de rarezas e inéditos para completistas -y con buena intención de fondo, además- pero en ello que se queda), me apetecía recordar este tan maravilloso "Soup". Disco, discazo qué narices, que para servidor supera con cierta holgura a su ya excelente estreno.  Andy Wallace hizo suya la excelente labor de producción de Rick Parashar para "Blind Melon" (el famoso disco de la niña abejorro, si) y fue capaz de enriquecer aún más su sonido; dotándolo de un mayor denuedo en los matices y potenciando -y mucho- esa aura cósmico-hippie, secuestrada directamente de algún momento indefinido de los primerísimos 70's y que tan fácilmente nos ubica su sonido. 

Estamos, por otro lado y por mucho escueza, ante un disco de esos sobre los que tan cruelmente la historia deja colgar a veces la etiqueta de "perdedor". Y aunque más pernicioso ello que un cinquillo entre piratas, es de cajón que el éxito en ventas del multiplatino disco anterior, con el multidifundido single "no rain" por bandera (que tiene narices limitarse a conocer a esta banda por eso, desde luego), ensombreció en exceso a "Soup". Eso y que Shannon Hoon muriera de sobredosis apenas veinte días después de su lanzamiento;  añadiendo finalmente que, y no se obvie (dígase todo), los tíos dejaron pasar casi tres largos años entre un trabajo y otro. Tiempos de excesos y rocanrol en la banda, sobretodo para Shannon, sin olvidar que de 1992 a 1995 la escena, lo que se lleva, ha cambiado mucho. Y para muchísimo peor (dígase todo de nuevo). Blind Melon emergieron en un mundo donde R.E.M. eran dios, Nirvana sus apóstoles y/o hasta los Lemonheads de Dando se hartaban de vender discos para regresar en otro donde algo tan blandengue, espurio e irrisorio como Oasis era tomado en serio, mientras (ay) algo tan inofensivo y ramplón como Offspring se abrazaba, sin vergüenza medie, como punk del bueno con todas las de la ley (más atención, ojo peligro, con dj's venidos a más empezando ya a asomar en la foto para acabar convirtiéndose en estrellas del rock de facto con la aquiescencia de crítica y público)... Ya se había ido casi todo a la mierda para ese segundo lustro noventero, en efecto. No lo sabíamos entonces, lástima, pero es lo que hay visto hoy en retrospectiva. Y no se maleinterprete ello o no del todo al menos, no seamos adalides del pollaviejismo extremo por serlo, está claro. Siempre, aún hoy, se hará buena música rock (con todas y/o cada una de sus incontables variables), y entonces -para esa apuntada segunda mitad de los 90- pululaban auténticas bestialidades en lo que a calidad refiere como Morphine o PJ Harvey (a modo ejemplos rápidos de muchos posibles). Pero ya eran satélites, excepciones. Y en dicho contexto, retomemos hilo, una propuesta como la de Blind Melon lo tenía demasiado complicado. Con las oportunas matizaciones lo más parecido, por dimensión y discurso, a ellos eran los Black Crowes, claro... A los que, por supuesto, ningunearon también lo indecible por sacar un disco igual de cojonudo que los tres anteriores ("Three Snakes and One Charm "), en verano del 96 y por ese mismo motivo... "Ya no se lleva eso".

Por suerte, con las oportunas disculpas por la chapa "contextualizante" (aunque alégrense, que se lo aseguro que podría haber sido mucho más largo esto aún), encontraremos al fin justicia y consuelo en el sobado axioma del tiempo que, sino todo, tanto cura. Hoy día, en efecto, "Soup" tiene ya un prestigio y consideración bastante más acorde a lo que procede. Tomado ahora (entendiendo ahora, además, como "desde ya hace bastantes años"), fuera por completo de modas, tendencias y demás naderías, es evidente que estamos ante un señor disco de rock de corte clásico que no conviene saltarse de ninguna de las maneras. Y llámenlo "atemporal", incluso y si quieren (por qué no). No es más que uno de tantos adjetivos para algo que, en definitiva, convierte en chiste al "americana" de nuevo cuño entero, de norte a sur y de este a oeste (y al revés igual), y que además nos sirve a algunos para descojonarnos, sin poderlo evitar, cuando alguien nos viene a proclamar algo sobre la presunta "genialidad" de brochas gordas como los Jack White o/y Ryan Adams de turno que asolan este mundo (y ya aclaro, para sus múltiples fans y a fin de evitar dobleces, que para mi el tan cacareado "Gold" del segundo es a cualquiera de los dos discos de Blind Melon lo que un disco de Estopa al "Rubber soul"). "Soup" es la ensoñación rockera de Blind Melon aupada a los altares, el perro-flautismo cósmico total y mejor entendido. Aquellos que no podremos dejar de escuchar jamás "Sleepyhouse" del estreno encontramos, y encontraremos, siempre en él algo de muy complicada iteración. Sigue sonando retro, con una guitarra por cada lado y un sonido que (como sólo ocurre a estos niveles también con los Robinson y cia, al abarcar bandas de rock yanqui de las últimas tres décadas) invita más a alternarse con Hot Tuna o Grateful Dead (por ej.) que con cualquier banda del ya apuntado "americana" en su versión/visión neomilenaria. La organicidad, la naturalidad y pureza de su discurso sigue además vigente, válido, cuando esas grandilocuencias, más grandes que la vida -e igual de tópicas-, de las tan admiradas bandas del grunge noventero más popular (dejemos exento siempre a su mártir principal, claro, que jugaba a otra cosa) huelen un poco demasiado ya a "cosa que estuvo muy bien en su momento"... Pero ya.

Es arrancar "Galaxie", con o sin intro (según versiones) y tras esa despedida de fiesta trompetera (que retomaremos a final de trayecto) y, venga, ya estás metido hasta el cuello que no queda otra... Desde ahí a desgranar momentos memorables sin medida ni precaución asome: la emoción de la parte final cantada de "Dumpstruck", la nana sideral de "The Duke", lo enorme de "Walk" (toda ella), como pasar de la devoción (emocional de nuevo, claro, como siempre cuando este cabrito se liaba a entonar) de "Vernie" al hippismo desatado y pasota de "Skinned"... Tremenda también la inesperada chirigota tras bonita melodía de arranque en "St. Andrew's fall", sin olvidarse, claro y para los pasajes más movidos, de juguetear los puñeteros con lo que ya les funcionó tan bien en el primero de una u otra manera ("2x4", "Toes across the floor", "Wilt"  o "Lemonade"). Sumemos al fin, por supuesto, lo bonitas que son "New life" y "Mouthful of cavities" (con o sin explosión final)  y ya tenemos armado del todo un disco que rebosa talento e ingenio por todas partes y que, por tener, tiene hasta su rareza definitiva en este inclasificable tango de los bosques de la Incredible String Band que responde por "Car seat god's". Y nadie se equivoque, atención, el primero me parece también igual de imprescindible y claramente otro disco de atesorar sí o también, pero tiene al final (o para mi al menos, como todo lo aquí escrito y sin ínfula alguna de ir más allá) éste "Soup" una cohesión y un mundo cerrado en si mismo que me lo hacen incluso más apreciable. Si cabe y por mucho que vendiera siete u ocho veces menos... Teníais ese gracejo tan particular y exclusivo de los grandes, sin duda. Ese de hacer buena cualquier cosa que tocábais y aunque, por supuesto, quede aquello del "no estén tristes porque acabara sino celebren que haya ocurrido": qué putada al fin, Shannon. Y qué pena.