Pues hoy es el día al fin, si... Tras dieciséis imperdonables años de espera hay disco de estudio con canciones nuevas de The Cure. Más de tres lustros donde, que eso no se le/s ha olvidado, se han forrado lo indecible a base de recrear legado e historia por el mundo, con el auto pilot y llenando todo estadio se cruce con la gorra. Ha sido su decisión y por aquello de la "coartada artística" donde las cosas salen cuando salen (según "las musas" y tal) no ha quedado más que apechugar. Por supuesto a mi todo esto me suena a milonga y, tal desproporcionada cantidad de tiempo, me parece una falta de respeto a la afición y, en paralelo, a su descomunal y mentado legado (se entiende que ya no se gana tanta pasta como antaño por los discos desde hace la tira, Sr. Smith, pero... más de tres lustros... joder). No estoy en el equipo del "aún gracias porque lo hayan hecho" precisamente, vaya. Soy un fan considerablemente provecto ya, de aquellos cabrones que todavía consideran que, aún atendiendo a que las cosas en el mundo no pasan para contentarle a uno (por desgracia pero es la que hay), el mejor directo o virtuosismo tiene que ir siempre, perentoriamente, de la mano con una discografía sólida en el medio nos ocupa... y mínimamente constante que se vaya renovando en tiempos (y renovando bien) para ser considerado a según que niveles de forma seria... Por todo ello que, no lo niego, me va a resultar complicado intentar reseñar esto del "Songs of a lost world" desprendiéndome, completamente al menos, del escozor del "abandonado". Soy muy de esta formación/personaje, quizá demasiado ruego se me entienda (top ten histórico de bandas para servidor sin dudar), y esto a mi no se me hace de gratis. Y una vez expuesta la predisposición propia, exigente, refunfuñada y escéptica como pocas veces leerán, toca ya intentar analizar esta tremebunda pieza del rock, el arte y la vida en general... Y, sí, eres el hijo de la gran puta definitivo señor Smith. O muy poco menos.
Basta apenas la mitad de la primera escucha para atestiguar que, de primeras y con SOALW, se ha pasado por completo de lo propuesto en el otro par de discos (ya neomilenarios) que le preceden. Cuestión que tampoco debiera ir más allá. Particularmente me gusta mucho uno y bastante el otro (y aunque esto a efectos "analíticos" no vaya a ninguna parte, desde luego, me sirve a mi para reivindicar por enésima dos trabajos que considero cruelmente denostados por crítica, historia y afición, así en general), sin más. El segundo punto, siempre desde el contexto de las primeras impresiones y para ubicar cuanto antes al fan/conocedor de banda e historia, es que encontramos en este tan esperado álbum una especie de corriente subterránea que conecta claramente con "Disintegration" afín a la que hallamos, en su día (hace prácticamente un cuarto de centuria), entre "Bloodflowers" y "Pornography". Se nota, y mucho, dicho punto de partida. Aunque, eso sí, aquí no hay ninguna pizpireta pop-radiable tipo "Lullaby" o "Lovesong", estratégicamente intercalada, para descongestionar de tanto tremendismo. SOALW se asemeja, por sensaciones y a grandes rasgos, a algo similar a pasar de "Pictures of you" ya directamente a la segunda cara del inolvidable trabajo de 1989. Y aunque, conviene aclarar, tenemos una parte central de temas que no exceden de los 5' de folletín, estos aciertan a la hora de ser tan distintos entre si como en el maridar con la propuesta de sonido y discurso general del resto del disco. Así, "A fragile thing" (el momento Wish del elepé) se descubre como el fragmento más inmediato/convencional del lote sin que ello implique nada negativo, "Warsong" es un interludio de distorsiones crecientes en "modo lamento" y sin toma de prisioneros (el talento de este hombre por buscar y encontrar la emoción desde la aparente aridez no parece tener fin) y, por último, tenemos "Drone: Nodrone", que cambia tercios recordándome de alguna manera, con su marchamo industrial y aceradas guitarras, a aquella celebrada y noventera "Burn"que hicieron para el soundtrack de "The Crow" (y qué cómoda parece sentirse siempre la guitarra de Gabrels en este tipo de chirigotas, por cierto).
Y, despejadas esas tres piezas (buenas canciones, cumplen sin que chirríe nada que no es poco y aunque ninguna de ellas vaya a asomar jamás en un hipotético top-50 de sus mejores canciones de siempre... bueno, quizá "Warsong" podría lograrlo... ya hablará la historia), toca ahora enfrentarse a las verdaderas cimas de la colección. A todo esto, para aquellos a quien extrañe la celeridad en que escribo esto teniendo en cuenta que el disco sale oficialmente en el mismísimo día de hoy, precisar que el disco prácticamente íntegro ya lo teníamos de hacía bastante en forma de tomas en directo (menos un par de canciones y el ponderar su ubicación e importancia dentro del álbum al tomarlo como un todo, ya lo teníamos hecho, vaya). En cualquier caso... "Alone". Primer adelanto oficial, inicio de disco y temazo que te crio todo en uno. De hecho, ¿no ha sido dar o enseñar demasiado de primeras?. Y aunque de alguna manera me contradiga y aún entendiendo que, tras tanta espera, no se podía poner cualquier cosa sobre la mesa. Arrancar con dos barbaridades como "Alone" y "And nothing is forever" es uno de los grandes aciertos del trabajo. Una dupla de salida como no escuchábamos desde "plainsong" y "pictures" en un disco de The Cure y de esas cosas que hasta al más repelente y pejiguero de sus antiguos fans invita claramente a meterse su opinión por donde nunca brilla el sol, dado lo tan evidentemente enormes que ambas resultan. Por ello, insisto, ¿no hubiera sido mejor esconder "alone" como tarjeta de visita y que el personal, al encontrarse el asunto en el mismo inicio y de sopetón, se hubiera quedado preso, en bucle, con ella y la que la sigue hasta el fin de los tiempos?. Igual soy algo retorcido, o simple y estúpidamente caprichoso al respective, pero me parece que, de alguna manera, ha faltado algo de puterío con ello. Porque a todo esto y si bien "alone" tiene poco que envidiar a "plainsong" (la épica inicial que tantos miles tenemos clavada a fuego en el subconsciente de la segunda le juega inevitablemente a favor, pero, "como canción"... vaya si tenemos partido aquí, no lo duden), el asunto alcanza cotas ya de puro mesmerismo cuando te encuentras de morros con algo como "And nothing is forever"... Qué sí, que narices, lo confieso y sin vergüenza asome (ya me darán la razón de aquí algunas décadas y aunque me lapiden hoy por ello, que no albergo duda), le puede plantar cara a la mismísima "Pictures of you" (la madre de todas las catedrales sónicas de The Cure). Estamos ante mi canción favorita del disco, la que muchísimos esperábamos escuchar de una vez por todas en su studio version final y que va, o debiera hacerlo en justicia sideral al menos, cambiar muchísimos listados de mejores canciones de la banda que ya se daban por más que definitivos desde hace tanto... Y si ahora, tras todo ello, nos toca señalar que las tres canciones de cierre dan réplica a este par del principio, pues ya tenemos el cuadro prácticamente terminado...
No, no es en cualquier caso "Songs of a lost world" un disco amable para los seguidores de los Cure en su vertiente más inmediata, más de "greatest hits"... Y ello se corrobora por todo lo alto con este trío de despedida. No implica dicha condición nada bueno ni malo, aclaro, a mi me parece imprescindible esta formación en un y otro reverso (a qué engañarse), ni se trata de plantear un escenario ridículo de true fans y no, amparándose en el denominador recurrente de si hay "fridays" de por medio o no. Pero pienso que procede advertirlo. Es un disco que propone, sin pretender disimularlo en momento alguno, la baza de la inmersión y sacando notaza en el proceso. Ello, rebobinando un algo, debiera poner en contexto el mérito de esas canciones intermedias que se las apañan por contener la emoción y coherencia del álbum. Porque está más que claro que la apuesta fuerte del mismo, su identidad e intención, está en su arranque y en su conclusión. Tras la ya comentada "drone: nodrone", se vuelve a las intros alargadas y la vieja y tan querida tragedia por montera para "I can never say goodbye"... Otro precioso despliegue emocional, con Gabrels haciendo rugir esa guitarra que resucitó la carrera de Bowie a partir de "Hours" y Gallup... siendo Gallup, uno de los mejores bajistas del rock de cualquier espacio y lugar. A esta maravilla la sigue otra como es "All i ever am" y su colección de matices y notas colgadas prestas a apretarte el ánimo por sorpresa al menor descuido... Y qué buenos son todos en esta puta banda, no destaqué aún los tan celestiales siempre teclados de O'Donnell o las percusiones de Jason Cooper -ojo con él en esta pieza-, de forma harto injusta y por aquello de que, a estas alturas, qué les queda por mostrar o demostrar a nadie a ninguno de ellos, está claro. En cualquier caso, para cuando empieza "Endsong" el disco ya hace rato que dejo tan atrás lo del "must be" que es para descojonarse lo que queda de año por entero... Y, con todo, hay tanto recogido, contenido y desplegado en la épica de esos últimos diez minutos de canciones del mundo perdido que, en efecto, sólo queda corroborar que, como ya he leído en algún otro medio, si esto es en realidad "el fin" no podría imaginarse nadie uno mejor para disco y banda... Ojalá que no, un baile más al menos siempre Mr. Smith (please Robert, by the glory of all of your cats), pero así se siente. En fin, imprescindible, necesario... Lo que quieran, pero qué maravilloso trabajo este disco, sin duda, en síntesis y para concluir... Sea del todo o no.