THE KINKS - "Muswell Hillbillies" (1971)

 El disco que para muchísima gente cierra el "periodo clásico" de los Kinks pese a quien lo haga (hay quien se queda en Lola, porque malvados siempre los ha habido y los habrá), y que, aunque ni sume ni aporte nada significante para nadie más, bien pudiera pasar por el predilecto propio... Lo tengo ahí ahí con Village Green, por aquello de que a lo milagros hay que tenerlos en cuenta, puestos a confesar y aunque señalar preferencias con según que personal de por medio (como, obvio, es el caso) sea un boleto directo al ridículo y más allá.

Si en "New Morning" Dylan abrazaba sonidos negroides sin dobleces y, años después, Strummer y cia decidieron que las jamaicas y derivados les privaban para "London Calling", los Kinks dejan su impronta de "pieza maestra intrusista" para la Historia con este "Muswell Hillbillies". Y, se ruega atención en la sala, sin quedarse apenas atrás para con el otro par y para los amantes de las comparativas varios (mi disco dylanita por siempre y un serio acreedor al álbum que más he escuchado jamás... poca cosa, si). Porque, primordial ello, el "intrusismo" hay que saber hacerlo bien, implementando la novedad o el cambio de registro de manera natural. Como si siempre hubiera estado ahí. Y ese al final es el nexo común entre los tres discos. Porque, está claro, han habido gloriosos ejemplos desde tiempos ya considerablemente remotos: cuando Mick decide que ellos también pueden hacer gemas pop para "Between the buttons" y a Kiz le cuela; o cuando a Bowie le da por el soul en el comúnmente algo infravalorado y magnífico "Young americans"... O si prefieren un ejemplo menos "legendario", pero igualmente significante, cuando a Mould le da por aparcar del todo su inercia hardcore ochentera y se pone a hilvanar melodías como un poseso en el altamente cojonudo "Copper blue" firmando como Sugar. Lo dicho, "gloriosos ejemplos", esos y tantísimos más, que salpican la Historia para quedarse... Pero (ay), para quien suscribe, nunca al nivel, nunca plenamente de "New morning", "London calling" y, definitivamente y para mi propia sorpresa con el pasar de los tiempos, "Muswell hilbillies"... Con el que ya nos quedamos de pleno en el texto.

Un disco con un sonido americano más definido y ubicable que un anuncio de Marlboro pero, y para despistarnos del todo, con temáticas más british que los calzones de Churchill o la pitillera de Oscar Wilde... Pero ¿qué cojones?... ¿Cómo puede salir algo bueno de esto?... Pues ni idea, oiga. Hay que ser el puñetero Ray Davies de las narices, y seguramente sólo él, para entenderlo. Porque las lecturas a posteriori, acertar la quiniela el lunes, son la mar de estupendas... Ok, habían girado mucho por las américas empapándose de esos sonidos, la producción empleada y/o  lo que se quiera. Pero para llegar desde Arthur y Lola a esto hay que tener un color especial (o tres). Bluegrass, country, r&b, music hall, cantos folklóricos de los pantanos de Lousiana y lo que se les ponga por delante. Con todo se atreve Ray y de todo salen venciendo. Hay que remirar mucho -MUCHO- la portada, el título y las lyrics del disco para asimilar que esto lo firma una banda británica. Además, la diversidad que alberga sin perder nunca el triunfo en ninguna mano. Más las letras, claro, que imposible relativizar el tema con este señor de por medio. "Muswell hilbillies" es el resultado de una noche de lujuria desenfrenada entre "Willy and the poor boys" y "Rubber soul" con Mr. Toussaint a los mandos... O lo sería en manos de otras gentes, sirva ello sólo para dar un idea muy general y somera del tema, porque esto, extrañamente, suena a los Kinks de siempre aún sin serlo. Volvamos al párrafo anterior, y la dificultad del asunto, para abrazar de pleno la barbaridad que resulta este trabajo. 

Como siempre, los datos wikipédicos con el qué, quién, cómo y cuándo se los busque todo aquél que guste o quiera.  Los Davies con el fiel Avory y el ya hacía tiempo perfectamente ensamblado John Dalton al bajo (más los teclados varios de Gosling, fijo también desde Lola), se sobran y bastan. Los temas son tan variopintos como, por supuesto, tremendos y, por hacerlo fácil y rápido, no sobra ni el silencio entre surcos.  Por apuntar a alguna parte concreta, y boutade o no, quizá sea "Have a cuppa tea", donde pasamos de la sudorosa  cantina al mardigrass más verbenero sin perder jamás la inercia de echarle un ojo al reloj para el té de las 17H, el pasaje que más pueda ayudar a decodificar el entramado construido. Con todo, al final "Muswell hillbillies" incorpora piezas que bien pudieran pasar por hits de la Creedence lo mismo que de James Taylor, sin perder nunca la identidad de quien lo firma. Un trabajo muy complicado de asimilar, insisto una última vez, y que por su tan particular propuesta se me hace especialmente estimable y destacable, aún dentro de un opus que ha sido de los más imitados y reciclados de la historia, como lo es el de la banda de Ray Davies. Uno de los más claramente expoliados/homenajeados, en realidad.


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