En plena vorágine del alternativismo guitarrero de los primeros noventas, de la fiebre con todo lo que oliera a "Seattle" y la eclosión a lo burro de aquello del grunge, el llamado "padrino" de precisamente esto último (y no sin razón porque el expolio, confeso y/o no, hacia su obra por parte de muchas de aquellas bandas tan "frescas y originales" fue despiadado) decide que: "...Pues mira, sabes qué, que os den pomada a todos". Y se saca de la riñonera canadiense un disco que exhibe, con orgullo y pleno convencimiento, justo lo contrario de lo que por aquellos días regía. Y no un disco cualquiera, precisamente. "Harvest moon" es señalado por mucha gente como la última gran obra incontestable de Young, fue un disco que a nivel de premios y ventas funcionó como un tiro a pesar de remar tan en contra de la marea del momento y que, además, resolvía de golpe todas las dudas de salud surgidas tras la resaca de la extensa gira de "Ragged glory" (que es otra masterpiece del carajo, muy distinto en propuesta a lo que hoy nos ocupa y que, por supuesto, ya repasaremos en otra ocasión).
"Harvest moon" pues y ante todo resulta, y tópico o no, la necesaria calma tras la tormenta (eléctrica) de la que se venía. Don Percival se reune de nuevo, y obviando alguna colaboración esporádica de postín, con los Stray Gators (la banda con músicos de sesión que se montó para su legendario "Harvest" de 1972, como sin duda tantos sabrán) y firma el que posiblemente sea uno de sus mejores discos y, sin duda, uno de los más bonitos. Con la barbaridad que ambas cuestiones acarrean a cuestas y sin problema medie. Tal es el nivel. Que además, más allá de lo obvio por el título y yendo a contenidos puros y duros, tratar de iterar uno de los trabajos más legendarios de la historia toda del rock y salir del proceso no sólo meramente airoso sino logrando algo tan sonado como lo aquí ubicado no es algo que ocurra muchas veces, tirando a ninguna.
Por si todo ello fuera poco, también se podría comentar ahora el tremendo impacto positivo que tanto este álbum como el que le precede tuvo en varias generaciones prestas a investigar y reconocer la tan nutrida obra clásica de Young... En dicho sentido, también contribuyó que un incontable número de bandas y músicos, tan en boga por entonces, se deshacieran en elogios y rendieran abierta pleitesía al genio (qué menos, si, pero justo es de mencionar igualmente). En cualquier caso, que parte de lo bueno de referenciar esta clase de tótems es que tampoco hace falta alargarse demasiado a estas alturas (dada su innegable popularidad), liarse a destacar canciones concretas resulta siempre algo un tanto fútil... La canción homónima del disco es una burrada, la más reconocible y la que antes ubica pero, nadie lo dude, no es mejor que las "Such a woman", "War of man" y demás. "Harvest moon" es una maravilla que, no contenta con lo evidente de regalar una música de incalculable valor en todo momento, te situa inefablemente en un estado de ánimo concreto. Y eso, y ya no les digo a este nivel, es algo realmente jodido de conseguir. Si además ese "estado" es siempre algo cálido, positivo y en el que puedes confiar a ciegas, pues a qué añadir nada. Obra Maestra plena (sin debate posible) y Neil Young un genio al que, en lo suyo, servidor sólo se atrevería a comparar, seriamente y sin duda alguna, con Reed, Dylan... y ya.