RICKIE LEE JONES -"Rickie Lee Jones" (1979)

Perfecta ocasión ese setenta aniversario ya de vida, alcanzado hace unos pocos días, para celebrar uno de los mejores estrenos de carrera que se puedan recordar... Sí, nadie se extrañe, así de alto vuela para much@s la primera referencia en estudio de la gran Rickie Lee Jones. De hecho, y de manera harto injusta para alguien que integra maravillas como "The magazine" o "Flying cowboys" en su discografía, suele señalarse que estamos ante uno de esos artistas cuyo primer trabajo acertó en la diana de una manera tal que el resto de su singladura queda, inevitable y automáticamente, relativizada... Un asco, si, pero hasta el mayor de sus fans o conocedor de su obra debe claudicar con lo de "inexacto sin duda, pero algo de eso hay"... Inexacto y altamente "cabreante" incluso, ya que nos ponemos. Rickie, angelina de adopción y bastante alcohólica por devoción (fue pareja de Tom Waits, como es bien sabido, a qué explicar más), se lo trabajó duro, desarrolló un talento y escribió unas canciones que, ya de por si y por defecto, estarán siempre demasiado ninguneadas al hacer recuentos generales de consideración. Tal cual se lo cuento.

Hija de la generación beat, de noches de camarera en el legendario Trobadour, de correrías y gamberradas en la gran ciudad, nunca (o muy raramente) lo ha admitido, se consideró una cantante jazz propiamente dicha. Para ella el jazz era una "forma de vida" más allá de un género musical... Algo que se usaba sin querer, pues así de inoculado sentía que estaba en la cultura popular. Tanto que le resultaba imposible caer y recaer en según que tropos o tópicos propios de dicho estilo a la hora de componer su música. Pero atención, que nadie pretenda ver en ella, por cercanías tanto vitales como artísticas (e influencias evidentes), una especie de Waits en versión femenina sin más... Rickie era también fan de Randy Newman, Joni Mitchell (siempre hay quien recuerda aquí que, de hecho, la han vendido varias veces como una especie de sucesora) o Van Morrison. Abrazaba igualmente el soul o el folk sin problema y con una naturalidad alucinante... Y, por resumir, todo ello brilla y empapa "Rickie Lee Jones", el disco, de arriba a abajo y al mismo nivel que el innegable poso jazz con el que tanto se la relaciona por defecto. 

Por supuesto que "Chuck E's in love", el tema más ligero, popular y "vendible", le ayudó a ponerse en el mapa bien rápido. Pero reducir este disco a eso es como decir que "Revolver" es "el disco de Eleanor Rigby" y a otra cosa... Es decir, pasa de lo somero para resultar, directamente, faltón. Basta escuchar la misma segunda canción ("On saturday afternoons in 1963") o esa coda de despedida, con la dupla "Company" y la no menos preciosérrima "After hours" para que a muchos se nos encoja hasta el ombligo del vecino mientras, posiblemente, imaginamos a Randy asintiendo en silencio con claro gesto de aprobación... "Night train" tiene un rollo "Court and sparks" de Joni que te atrapa sin apenas proponerselo y "Young blood" te hace entender en cinco segundos lo normal que resulta que el legendario Walter Becker (la otra mitad pensante de Steely Dan) acabara produciéndole algún disco en el futuro... Todo esta en su sitio. Los temas más ligeros y los que menos, Rickie supo otorgar el grado de emoción exacto, perfecto, en cada una de estas once canciones para el recuerdo. Seguramente si trato de señalar mi predilecta de la colección, y de verme obligado a realizar tamaña tropelía a punta pistola, ésta sería "Weasel and the white boys cool" (co-escrita con Alfred Johnson) que me resulta la barbaridad definitiva, pero al final, lo dicho, el nivel es altísimo y constante sin excepción. Maravilloso disco este, en definitiva. Obligatorio de los de pasar lista y a qué más.