PROG ROCK: EL TOP-11 MÁS FULLERO (1.3)

 Vuelta a la carga con la tercera entrega de este delirio gratuito e injustificable a partes iguales. Como siempre,-que hasta me aburro yo a mi mismo de recordarlo cada vez-, conviene aclarar que, más allá del volante camándula que rige ya de base, servidor tiene una preferencia más que marcada por el periplo Tresspass-W&W de Genesis. De hecho, se ha intentado (nuevamente) configurar el  listado tratando de obviar la aparición de los mayormente admitidos como los "cinco gigantes del prog": Genesis-Jethro-Floyd-Yes-Crimson... Fracasando (nuevamente también) por todo lo alto y como no podía ser de otra manera en el proceso.


 Con todo, y tratando de matizar (chapuceramente o no) eso de "gratuito" desde la primera frase del texto, quisiera aclarar igualmente que esta relación de discos y discazos que seguirá pudiera pasar, o eso creo yo, por un hipotético top de preferencias -con los oportunos cambios puntuales- para no pocos seguidores/amantes del mundillo prog... El prog "bueno", ojo, el viejuno y "clásico" y el que nos emociona a tantos en definitiva (a servidor formaciones como Tool, Dream Theater, Opeth y demás mandanga le interesan entre poco, menos y nada; que ya se siente de proceder, faltaría, pero es lo que hay). Linkazos a las entradas previas sitas en el lugar con las partes uno y dos (y con el del especial Genesis de su mejor etapa, por el mismo precio), y sin más...

Bonus. RENAISSANCE (" Live at Carnegie Hall"/1976). Utilizo por esta vez el "bonus" para un directo. Y aunque, en primer término, tenía previsto poner el "Yessongs" y arreando (no en vano es el eterno as en la manga para mandar al bosque, por pura y vencedora demostración de virtuosismo galopante, a los detractores de los hacedores de "Close to the edge" y demás), me decido al fin por el que considero uno de los mejores live albums que existen: el directo de Renaissance paseando sus años de prime (el disco que precede es Scherezade, y con ello ya todo explicado) en el mismísimo Carnegie Hall y ante una audencia que entregada es poco. Despampanante exhibición vocal de Annie Haslam, entre irrupciones varias de miembros de la misma Filarmónica de NY y la pericia incuestionable de sus compañeros de formación que se salen todos (sobretodo un impagable Jon Camp al bajo, puestos a explicarlo todo). Y puede que para algun@s este trabajo se acerque demasiado de más al "clasicismo"o, igualmente, resulte demasiado sinfónico. Pero, la verdad, al final no importa nada ello. De hecho funciona un poco al revés la cosa: es un privilegio que esta barbaridad forme parte de la cofradia prog, o rock (en general) si me apuran. Y, por ende y extensión, es uno de los directos más contundentes e irrebatibles que el subgénero ha ofrecido jamás, lo mismo que el cierre inmejorable a una secuencia de cuatro discos de estudio incontestables.      

11. STEVE HACKETT ("Voyage of the Acolyte"/1975). Primer disco en solitario del famoso guitarrista, ideado y compuesto mayormente durante la gira del legendario "Lamb" de Genesis. De hecho, asoman Rutherford y Collins para echar un cable a su colega, entre otros músicos de mayor o menor relumbrón y sin olvidarnos de su propio hermano John, aportando flautas y teclados para la ocasión. En cualquier caso, y con la única sombra del siguiente "Please don't touch !" (1978) y/o la posible irrupción de algún fanático especialmente puesto en tan longeva como irregular carrera, nos enfrentamos aquí con el disco más popular y aplaudido de Hackett. A poco se aprecie a los Genesis de los good old times, "Ace of wands" (invencible tema) te atrapa ya de primeras y el disco no te suelta. Disco, por supuesto, claramente orientado a lo instrumental y donde sólo aparecen tres temas cantados repartidos entre Collins ("Star of Sirius"), Sally Oldfield ("Shadow of the Hierophant") y el propio Hackett ("The Hermit"). Por lo demás señalar una más que acertada, y bastante extrema en verdad, alternancia entre sus bonitas partes reposadas y los ya esperables desarrollos más complejos (que encandilarán sin remisión posible a toda persona de bien que tenga, por ejemplo, "Selling England by the Pound" en el lugar que en justicia merece). Termino no sin antes señalar que, para servidor, los tres primeros de Gabriel y los dos de Hackett son lo mejor realizado por ningún miembro del line-up más recordado de Genesis, fuera de ese ya mil veces repetido, histórico e irrepetible segmento que ni me molesto en matizar de nuevo... Sobretodo los respectivos estrenos, puestos a ponernos puntillistas/repelentes ("Car" o "I" del Arcángel y, por supuesto, el que aquí nos ha ocupado). Ya de todo el rollo del tarot, que sustenta todo el entramado temático del álbum, hablamos otro día y tal, si. 

10. VAN DER GRAAF GENERATOR ("The Quiet Zone/The Pleasure Dome"/1977). Teniendo en muy alta estima a esta formación, creo que su periodo clásico contiene dos picos que destacan especialmente: "The Least We Can Do Is Wave to Each Other" (1970 -ya repasado en alguna edición anterior de la jerigonza nos ocupa-) y el que ahora vengo a referirles. Breve matiz, eso sí, para saludar brevemente al también altamente recomendable "Godbluff" (1975) como el consabido "tercero en discordia" y, por otro lado, recordar -de cara a los puntillistas varios- que el primer disco de 1969 es prácticamente un obra en solitario de Hammill más que otra cosa. Esta "quite zone" (otra viguería más con el Sombrerero Loco de Charisma de por medio) resulta, o se lo sugiere a servidor en cualquier caso, lo más cercano que podemos encontrar a un trabajo "accesible" de VdGG. Curioso, por otro lado, que mis dos discos preferidos de la formación contenga a los mismos miembros (vuelven, para acompañar a Hammill, Nic Potter y Guy Evans como base rítmica), cambiando aquí para la ocasión secciónes de vientos y los teclados de Hugh Banton por los violines de Graham Smith. Menos caóticos (o experimentales, decidan uds) que en otras ocasiones, hay parajes que recuerdan al Bowie más discursivo y menos inmediato -directamente- entre sus nueve temas, la banda se las apaña sin problema para mantener su discurso expansivo cuando conviene y recogerse en cadencias más calmas cuando toca. Muy poderoso (y altamente recomendable) trabajo en definitiva que, para mayores inris, cierra una de las series de discos más insaltable de todo el tinglado prog en sus años de mayor e insuperable bonanza. 

09. GREENSLADE ("Greenslade"/1973). Que a nadie despiste su portada (tremenda en cualquier caso y obra del gran Roger Dean), que parece sacada de cualquier verbena metalera ochentera. No van por ahí los tiros. De hecho es un disco sin guitarras, directamente. Greenslade es un nuevo caso de talento tan notable como fugaz (4 discos en dos años y a por tabaco que se fueron), cuyo homónimo estreno deviene un pelotazo tan personal como evidente. Tiene las "rarezas" que, cada uno a su manera, pueden incorporar Caravan o Gentle Giant y, a su vez, unos pasajes sinfónicos a lo Yes o a los propios Genesis (cuando Banks saca el látigo) de tener más que en cuenta. El hecho de contar con dos teclistas tan virtuosos, acompañando la base rítmica, genera un lienzo por estrenar donde te la pueden liar por donde quieran y cuando menos lo esperes. Favoritísima el "drowning man" en este aspecto. Pero todo el disco exhibe un nivel parejo en cada uno de sus siete cortes, y aunque "An english western" presente su riff de órgano más pegadizo de primeras, la más rockera (a su manera siempre, conviene insistir) sería "What are you doin' to me",  seguramente... Pero nada como la postrera "Sundance", donde te enchufan todos sus modos y posibildades en casi nueve minutos de puro delirio. Para no alargar ya les informo que suele circular una box set, fácilmente ubicable, donde se reune todo lo suyo del 73 al 75 (y el primero que nos ocupa y el cuarto y último de esa retahíla hay que tenerlos sí o también). Por (altamente) recomendado lo/s dejo y menos rollo. 

08. GENTLE GIANT ("Free Hand"/1975). Sin llegar del canto un duro  al equilibrio perfecto de "Octopus" pero medio paso por delante de "The power and glory" (que nos/me completaría el hipotético podio de la banda) que nos encontramos esta "Free hand". Que ya sólo por la inventiva de su tema inicial, "just the same", te lleva al huerto sin arrancarse a sudar siquiera. Aquí pasamos de Steely Dan a momentos de contemplación espacial como quien se rasca el culo y todo lo que en medio asome. Todo ello con la inconfundible voz de Derek Shulman... A la que se suman amigos y familiares para "On reflection", suerte de cantata pseudo-medieval a capella en su primera parte... Pero cómo no querer a esta gente... A medio camino del molar y el estar como una puta cabra, pero cautivando siempre o casi. Después irrumpen flautas y xilófonos para arrancar uno de esos preciosérrimos momentos con el que ya nos malcriaron en "Octopus"... Y así prácticamente todo el rato. El tema titular es el mayor esfuerzo por hacer un canción "rock tipo"... a su manera. "His last voyage" integra alguno de los momentos más bellos en lo calmo de su catálogo...  y tiene un solo blues rock por ahí en medio. Insisto: imposible no hacerse fans de este personal a poco se les de media oportunidad desde su periplo 1970-75. Sobretodo por la trilogía Octopus-P&G-Hand para quien suscribe. Tres discos a atesorar como mithril en paño para servidor, por únicos, incomparables y, en resumen, por ser una bendita (y adictiva) chaladura a la que recurrir siempre de manera inefable. 


07. PREMIATA FORNERIA MARCONI ("Per un Amico"/1972). Ya me disculpé al final de la primera remesa de estas coñas marineras alegando simple y pura ignorancia... No estoy especialmente puesto en "rock progresivo" más allá del mundo anglosajón, recordemos, y entiendo perfectamente que ello cercena de raíz la posibilidad de que aparezca según que trabajo. Pero, atención, que algo siempre se filtra (no estar especialmente puesto tampoco es ser un inútil total, vaya -además de lo obvio que se pueden saber de cosas y que éstas, sencillamente, no gusten-). Y si en la anterior astracanada tuvimos a los daneses Culpeper's Orchard con su brutal estreno, hoy toca el segundo y archiconocido segundo álbum de los italianos PFM. Aunque en este caso estaba bastante cantado: "Per un amico" suele aparecer en puestos elevados de un sindiós de rankings, más o menos especializados, de esos que van preescribiendo por la vida sin cortarse un pelo  "lo mejor de toda la historia del mundo" (o similar). Y, la verdad, ¿hay para tanto?... Pues rotundo SÍ al canto, por supuesto. Estamos ante uno de los trabajos más tremendos, llenos de matices y adictivos del progresivo medio. Si algo se le puede echar en cara a este álbum es lo cruelmente cortos que resultan sus 35' aprox. de duración. Además, sus cambios de cadencia entre lo acústico y la retahíla de mellotrones. moogs y demás, sin olvidar electricidades varias y su colección de flautas y violines, son una delicia se mire por donde se quiera. Hay puros momentos de "ommadawn" antes de "ommadawn" y además dejan asomar su formación beat, desde cuyas cenizas se forma PFM, a traición de vez en cuando... Tampoco creo que deba tratar de venderles nada, por otro lado. Es un trabajazo obligatorio, en un equilibrio de lirismo/virtuosismo invencible, lleno de giros, ascensos y descensos de casi imposible llevar la cuenta. Obligatorio. Más allá del género, humildemente y si me apuran.  

06. PINK FLOYD ("Meddle"/1971). De no tener servidor una fijación casi obsesiva con "Animals", podría pasar "Meddle" como el prefe de la, no nos engañemos, la más universal de las bandas progresivas jamás habidas. "One of these days" tiene algo más de tres minutos y medio de contención antes de estallar en el enésimo ejemplo, por parte de estas gentes, de lo que podríamos señalar sin mucho margen al fallo como el más expansivo de los sonidos jamás logrados por nadie en el rock (y ya en general, sin añadidos). Eso da paso a cuatro temas donde explotan sus cadencias más reposadas ("fearless" se lleva la palma y el palmón para servidor en dicha secuencia, eso sí), lo que no deja de sorprender en unos músicos tan orientados a la experimentación y donde se nos recuerda, ya de paso y por si acaso, que al final venimos tratando a unos músicos cuya pericia y variedad de palos a perpetrar escapan y por mucho (tirando del todo) a la media. Pero, claro, ¿un disco de PF "friendly"?... ¿Estamos locos?. Y es que "Meedle" es en definitiva y sobretodo el disco de los más de veintitrés minutos de "Echoes". Una sobrada con bien poco parangón, de esas donde las bandas del subgénero aprovechan para meter, o intentarlo al menos y de una u otra manera, "todo lo suyo"... Pasa, obvio, que es eso mismo pero hecho por Pink Floyd. Tenemos ese crescendo del minuto 16 con el posterior emerger vencedor de Gilmour  (18'14") y que, tras breve intermedio vocal, acaba por desembocar en el leit motiv principal de la canción ya en modo todos a una que es de, simple y llanamente, rendirse del todo que no queda otra. El problema con PF al final es el de siempre, está claro: sus fans son pesados hasta el hartazgo (rozando en el misticismo fanático-religioso), y ni todos sus discos son obras maestras (es más, tienen alguna chufla importante) ni tiene porque ser perentoriamente la mejor y más grande banda del prog rock jamás existida (yo no sé si los pondría en el top-10 particular pero sospecho que nanay, ya se lo digo). Pero, ojo, negar que son una banda primordial, y con algunas de las piezas (tanto a nivel de discos como de canciones) más memorables jamás registradas, es algo ya de negar al mismo sol más que de mero "hater" de esos.

05. BLODWYN PIG ("Ahead Rings Out"/1969). Otro disco y formación que tensa la cuerda de lo que es (o no) "prog rock" en exceso y para no pocas gentes. En esta caso, como ocurre con los también cojonudos Patto, desde una más que evidente base blues del caerse de nalgas. Estamos, en definitiva, ante la aventura del guitarrista original de Jethro Tull, Mick Abrahams, tras comentarle a su amigo Ian donde podía guardarse la flauta recién terminado aquel primer trabajo, altamente apreciado en este casa, "This was". Aunque, atención, que los vientos aportados por Jack Lancaster al porcino estreno tienen un peso más que determinante, residiendo ahí en gran medida la inclusión de este elepé en no pocos listados "progres" de mayor o menor relumbrón. Es decir, "Ahead rings out" se grangea su militancia prog rock por la vía jazzística/experimental que en mayor o menor medida indagaran también King Crimson o VdGG, entre otros (y por no tocar toda la verbena de Canterbury). Espectacular trabajo, sea como fuere, cuya continuación "Getting To This" (1970) no gozó de la repercusión que seguramente merecía y que condenó de alguna manera a la banda hasta el muy posterior regreso de Abrahams, ya en los 90, con un aplaudido álbum ("Lies") que es una de tantas tareas pendientes para quien suscribe. Con todo eso y demás en la grupa, eso sí, AHO persiste en el tiempo, moderno y vigente como él solo, como uno de los trabajos más inmediatos y adictivos desde una de las ramas, por lo general, más complicadas y, en general, refractarias de la familia prog de cara al "gran público". Nutritivo y más que recomendable siempre, al fin y en cualquier caso, y lo dejamos ya aquí por hoy antes de caer en la chocarrada de lo que se aprovecha del disco desde su tan icónica portada.

04. FUZZY DUCK ("Fuzzy Duck"/1971). Único disco de la formación y uno de los secretos mejor guardados de occidente, más allá del conocimiento de algunas relativamente pocas y sibaritas gentes que, inexorablemente, lo tienen siempre en el altísimo lugar que procede. Al igual que ocurre con los tan queridos Wishbone Ash (cuyo sonido, por ciertas semejanzas, me puso al fin sobre la pista del disco que ahora tratamos), no faltará nunca quien los meta alegremente junto a otras formaciones proto-heavies como Black Window o Budgie... Y no. Me gustan esas dos bandas, nadie se confunda, pero al igual que ocurre con los hacedores de "Argus", por lo menos en sus mejores formas, Fuzzy Duck proponen una variedad de sonidos y texturas que ni pueden ni deben limitarse a "lo otro". De hecho, pasando mil ya de etiquetajes de cualquier tipo, cuesta encontrar un nivel de virtuosismo así de constante desde todos los frentes en un mismo trabajo. Mick Gawksworth es un bajista con poderes preternaturales, Paul Francis no da tregua que valga desde las percusiones, Grahame White aparece y desparece de escena tras memorable riffazo  para dejar espacio a sus compañeros  y, ya por último, los teclados de Roy Sharland oscilan entre lo mutante y la exhibición circense de las de dejar a todo cristo con el culo torcido. "Fuzzy duck", lo digo desde ya y para abortar posibles malentendidos, es mi álbum predilecto de la mano del ya señalado "Argus" de WA dentro de la rama hard-rockera de todo el tinglado prog rock. Y a qué más. No destaco ninguno de sus ocho temas. Todo es memorable aquí, al menos para servidor... Pero si hasta tiene un pato en la portada, qué narices quieren más. Compráoslo varias veces por si se ralla/rompe.   

03. KING CRIMSON ("Larks' Tongues in Aspic"/1973). Aquí se lo pongo bien fácil: de no ser "Red" estaríamos ante el disco predilecto del Rey Carmesí para quien les escribe... E incluso de eso albergo dudas a veces. Estas lenguas de alondra en gelatina (que ya es de ser capullo, si) del "complicado" Fripp y cia implica lo que más me agrada de la formación elevado al todo (como en "Red" y en el estreno, vaya). Empieza con sonidos tibetanos que dan ganas de ir a buscar la esterilla del yoga y entonces, de repente, surge el terror para (y no podía ser de otra manera) empezar después a dar rodeos... Al poco, con la amenaza ya sembrada, empieza la aventura/disgresión... y hasta el final de la totalidad del álbum. Me pasa con Crimson en sus maneras que más me atraen lo mismo que me ocurre con el tan querido cine del Sr. Lynch: da igual lo que diga el espabilao de turno y lo gruesa que sea la pasta de sus gafas; me genera/n inefablemente lo que yo llamo, con su permiso, "el efecto porter@". Algo tan fácil como disfrutar lo inesperado y no tener problema en dejarse sorprender. Te genera la intriga, la necesidad de saber qué narices va a pasar a continuación y sin importar si deviene en ridículo o sublime. El histórico trio Fripp-Wetton-Brufford (bien secundados, en violines y demás, por David Cross y las percusiones de Jamie Muir en esta ocasión) encuentra un equilibrio de contrastes entre lo bucólico y lo esquizoide que no parece al alcance de nadie más. Y aunque deba advertirse al ocasional lector que no conozca obra (y milagros) de la formación que cuesta imaginar un disco menos recomendable puestos a empezar una hipotética colección de la banda (Lizard, Islands o el mismo y legendario estreno me parecen bastante menos "hostiles", por lo menos de primeras). Aunque nadie se acojone en exceso, claro y conviene precisar (que tampoco es un disco de "música concreta" sin cuartel ni medida lo aquí ubicable, ni mucho menos). No todo van a ser obstáculos en el camino con los que pelearse (hasta hacerse al fin con el "todo" dispuesto, que ya es lo suyo) y ahí tienen esa preciosidad de "Exiles", al final de la primera cara, para agarrarse de inicio. En cualquier caso de lo más indispensable de Crimson, sin más. Lo que por definición deja tan atrás aquello del "must be" que es un poco para morir de la risa el tema. 

02. CARAVAN ("If I Could Do It All Over Again, I'd Do It All Over You"/1970). El disco que precede a la gloriosa "land" que coronó aquella ya bastante lejana primera entrega/listado de la casa... De hecho, son los mismos cuatro tipos: Hastings, Coughlan y los primos Sinclair, en un estado de forma, lógicamente, similar. Lo que, de cara a las querencias de este lugar, "condena" este trabajo a no bajar de los primeros puestos por ley de real decreto (hasta firmada por el mismísimo Gandalf, si les viene en gana). "Si pudiera repetirlo lo haría encima tuyo", queda perfectamente engastado en su conjunto, destacando de forma natural sus tres torreones de larga duración. En dicho sentido es seguramente la más larga, "Can't be long now" (más de catorce minutos de "suitaza" donde de todo cabe), y sus reminiscencias al sonido Canterbury, donde se les ubica por defecto, la que más convendría destacar... O no, porque ya informo que la dupla "And i wish i were stoned/Don't worry" esla debilidad total en el disco para servidor. Pero todo es magnífico aquí al fin... Que no se olvidan de hacer temas más popero-buenrollistas como el titular o "Hello hello". Y por no hablar del crescendo de "As i feel i die" (que llegar de como empieza a como concluye requiere de un par de transbordos interdimensoniales... y qué musicazos, si). Y si el par de temas de 90" aprox. molestan a alguien (qué ya me dirán porqué, en dicho caso), les recomiendo hacerse con alguna versión con bonus, donde a buen seguro hallarán "A day in the life of Maurice Haylett" todos aquellos que se hayan con ganas de más verbena. En cualquier caso, "If i could...", arranca una secuencia de cuatro discos maravillosos que son la quintaesencia caravanera y que se recomienda a todo cristo, por defecto y desde esta casa.   


01. STRAWBS ("Ghosts"/1975). Se les escapo la primera posición del listado en la anterior remesa ("Tarkus" adelantó a "Hero and heroine" en la última curva, qué se la va a hacer), pero hoy ya no va a haber tu tía. Los Strawbs del grandérrimo David Cousins coronaban aquí su lustro mirabilis (o de reputísima madre, que al final va a ser lo mismo) y aunque todavía les quedaba una bala de verdadera enjundia en recámara ("Nomadness" del siguiente año) el nivel de excelencia, dentro de la excelencia, atendida en este trabajo y los tres que preceden (sobretodo el que lo hace de forma inmediata) ya no iba a repetirse. Lógico por otro lado, está claro. Tenemos en "Ghosts" momentos folkies imbatibles, virajes guitarreros de aquí te espero, coros celestiales,  desarrollos más complejos y hasta algún pasaje a lo Fleetwood Mac de la etapa más famosa... Más lo que en medio pille. Una banda bregada en todas la batallas que sintetiza del todo sus mejores modos y formas. Sin contemplaciones además; fijémonos en el díptico Starshine/Angel wine: una preciosidad de colección orfebre y una hitazo rockero potencialmente radiable a lo Blue Oyster Cult... que juntan en la misma pista sin cortarse un pelo. De hecho, repiten hasta dos veces más el mismo proceso de segmentar piezas perfectamente disfrutables cogidas por separado (muy generoso proceso, en verdad, que no tratamos extractos o parcialidades aquí, son cosas que se defenderian solas sin problema): con la inicial y propia "Ghosts" y en "The life auction". Ambas con momentos de memorable para arriba. "Where do you go" resulta especialmente ligera (quizá hasta inocente) entre tantas majestuosidades, pero es bienvenida también y ayuda a desdramatizar. Además, en cualquier caso, ya encontramos antes "Lemon pie", que encajaría en "Rumours" sin especial apuro. Y todavía seguimos en la cara A...  La B se abre con el ya mentado díptico "the life auction", cuya segunda parte tras breve intro parece querer llevarnos a algún momento de "Nursery crime". Giro total hacia la plácida "Don't try to change me" que parece salida de "Surf's up" o "Sunflower" (mis dos discos predilectos de la factoría Wilson y cia, ya puestos). Aunque atención, si de "bonitez" se trata, "You and I (when we were youn)" se la come cruda y sin masticar, dejando ya solo espacio para la coda con "Grace darling" y sus coros seráficos... Y, ok de acuerdo, puestos a juntar vinos y vinagres, algunas letras extraedulcoradas y/o excesivos momentos bucólicos pueden pesarle a alguien pero, al final, ¿qué más da?. "Ghosts" y "Hero and heroine" son dos catedrales de música. Sin más y más allá de militancias a subgénero se nos ocurra y jerigonzas todas. 

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